Relatos de viaje: Irlanda, contigo empezó todo

Creeréis que cuando viajas por primera vez al extranjero, se tiene todo preparado al milímetro. Pero no es caso, cuando eres un poco desastre. 

El viaje iba muy bien, lo estábamos disfrutando mucho.  Todo eran estímulos positivos, la gente increíble, la Guinness buenísima, … Hasta que me robaron (o me dejé robar) el bolso. 

Estábamos sentadas en una calle cualquiera de Dublín, decidiendo a ver a qué hostal ir. Creo que no teníamos internet para aquel entonces (2006), por lo que el plan era ir entrando a los hostales que viéramos, pidiendo precios. Encontramos un hostal barato (lo de bueno y bonito no estaba tan claro). Cuando acabamos con el check in, subimos a la habitación, y al cabo de un rato me di cuenta que no tenía el bolso. Bajé a la recepción, y ni rastro de mi bolso. Por un momento dudé, ¿Dónde lo había dejado? En la calle imposible, había entrado con el bolso al hostal. 

Mi principal hipótesis (al 85%) es que me lo dejé en el suelo de la recepción, nos fuimos, y alguien lo cogió. Sí, ya os he dicho que soy un poco desastre. Preguntamos, pero nadie sabía nada de mi bolso… y como tampoco era seguro al 100% y no había cámaras, pues tampoco podía hacer demasiado. 

Total, que fui a la comisaría a poner una denuncia. Yo, con un inglés nivel Sergio Ramos, poniendo una denuncia en Dublín. No sabía ni como se decía bolso. La verdad es que en ese momento no pensé ni en la documentación, lo que más me fastidiaba era haber perdido las fotos, porque ya llevábamos más de la mitad del viaje. Lo bueno de esa época, es que las tarjetas SD eran tan pequeñas que a los dos días ya tenías que pasar las fotos en un CD (los de la generación Z estarán flipando), así que no las perdí todas. Además siempre me quedarían las fotos de mi amiga. 

 

Yo, creyendo en la bondad de la gente, pensaba que alguien tendría remordimientos de conciencia por robar a una guiri que sólo tenía 10€ en la cartera, por lo que volví varias veces a  la comisaría de Dublín (fui más allí que al Temple Bar), a comprobar si el buen samaritano que me había hurtado, lo había devuelto. O si al menos habían encontrado los restos… Pero la humanidad me decepcionó. 

Todavía nos quedaban un par o tres de días de viaje, por lo que me puse manos a la obra para poder salir de Irlanda sin problemas y regresar a casa. No tenía pasaporte en aquella época, y mi DNI en esos momentos estaría en alguna alcantarilla de mi querido Dublín. Pero la casualidad quiso que el día que iba a coger el vuelo de ida, a las 6 de la mañana, cogiera una fotocopia que tenía de mi DNI que tenía por casa, “por si acaso”. Así que eso tenía: una fotocopia (en blanco y negro, no os penséis), y una denuncia. 

Llamé a Ryanair. Me confirmaron telefónicamente, que si tenía la denuncia y la fotocopia del DNI, no había problema. Qué majos pensé. 

Por si acaso, me dije” voy a llamar al consulado”:  si la aerolínea te deja volar, no hay problema si te lo han confirmado. Sí sí, señora del consulado, me ha dicho el operador telefónico de Ryanair que no hay problema. (Spoiler:  Emosido engañado).

Y una tercera llamada (desde una cabina telefónica, que me costó más que el vuelo de 10€, poca broma!), a la policía del aeropuerto: si la aerolínea te deja volar, no hay problema.

Llego al aeropuerto, y ¡oh sorpresa!: no me dejan volar, quién se lo iba a imaginar (nótese mi pésima interpretación). Total, que eran como las 5h de la mañana, y yo dando la turra a todo el que encontraba de Ryanair por allí. Me dijeron que tenían que hacer comprobaciones con inmigración, con la policía de Madrid, y con no sé quién más… y parece ser que finalmente llegaron a la conclusión que era una pringada inofensiva bastante pesada que no les iba a dejar en paz. Así que una “jefa” de Ryanair, me escribió en un papel: “puede pasar” (os lo juro). Y tenía que ir enseñando ese papel a todos los controles. Tal cual. Si lo llego a saber me lo escribo yo antes, porque era un papel en blanco, ni siquiera tenía un sello de Ryanair. Pero ahí no acaba todo: me dijeron que en el aeropuerto de llegada, tenía que venir un familiar a identificarme, como si fuera un cadáver. Vale que volaba con Ryanair, pero tenía expectativas de sobrevivir al vuelo. Les dije que vale, pensando que ya me las apañaría al llegar. Pasé todos los controles con el papelito mágico que abre todas las puertas, y por fin, ¡volando voy!

Pero claro, el papel de “Puede pasar”, en el aeropuerto de Vitoria, no tenía superpoderes. A la salida, yo enseñé mi fotocopia, mi denuncia, y el papelito de la suerte. Y nada, que no me dejaban salir. Después de un rato de amigable debate, en el que le sugería que llamara a la señora que había escrito el papel, y viendo que estaba formando una cola del copón, el señor optó por dejarme pasar y olvidarse de mí para siempre. 

Moraleja: si eres muy muy pesada, no necesitas renovarte el DNI.  

Relatos de viaje - Irlanda
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